La respuesta no puede ser otra que, «Dependerá de la complejidad de la declaración». Si su declaración es sencilla, y se puede elaborar con los datos fiscales proporcionados por Hacienda, probablemente no merezca la pena recurrir a un asesor fiscal.
Eso sí, habrá que verificar que los datos personales y económicos son correctos, lo cual no sucede en muchos casos.
No obstante, si su declaración presenta más complejidad, por desarrollar una actividad económica; por desarrollar parte del trabajo en el extranjero y/o tributar en el extranjero y aplicar los mecanismos para evitar la doble imposición internacional en base a convenios de doble imposición entre países; por aplicación de algún beneficio fiscal que precise justificación, como la exención por trabajos desarrollados en el extranjero; por ser no residente fiscal en España; etc., es recomendable contar con la ayuda especializada de un asesor fiscal, que le asesore cómo cumplimentar su declaración y se relacione con Hacienda en su nombre a los efectos de la justificación de lo declarado.
Comúnmente los honorarios del asesor fiscal podrá ser una tarifa fija, por tiempo empleado y la complejidad o bien, relacionado con los beneficios fiscales obtenidos («success fee»). En cualquier caso no hay una tarifa estándar y no es posible determinar un importe razonable sin evaluar primero el caso concreto.
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